11.3.08

De un debate sobre crianza y educación

Hola,

Soy el aquí llamado "costillo" de X y padre, por tanto, de Y.

Elegir colegio, dado el depauperado estado de la educación en España, es tarea difícil. Si, como sucede en Cataluña, hay que tomar en consideración también el aspecto lingüístico, entonces la tarea es casi ímproba.

Sempronia tiene a mi juicio razón en todo lo que ha dicho a este respecto, y por tanto no hay nada más que añadir. Quizá sí sirva de algo clarificar un trío de falacias:

La primera es la que sostiene que el tratamiento del castellano como lengua extranjera no perjudica al aprendizaje porque de todos modos se aprende en la calle y a través de los denominados 'inputs' (cine, prensa, etc.). Lo cierto es que de adverarse esa teoría, los niños de Liverpool no harían clase de inglés ni los de Madrid clase de castellano.

La segunda es la que afirma que el hecho de que los próceres de la sociedad lleven sus hijos a colegios privados no supone demérito alguno de la escuela pública. Sin embargo, constituye una prueba fehaciente del escaso aprecio que hacen de dicha escuela quienes conocen bien los resultados que ofrece y el adoctrinamiento que busca.

La tercera es la que predica que sin la enseñanza al 100% en catalán, éste desaparecería. Parecería por tanto que lo que no logró (ni por asomo) una enseñanza al 0% en catalán (en tiempos de Franco) sí que lo lograría una enseñanza al 50%.

Que el catalán está en peligro de extinción en Cataluña es cierto, pero fundamentalmente porque su imposición (las multas que refiere Sempronia son también ciertas, resultando indiferente para el multado si es por no rotular en catalán o por hacerlo en castellano) ya genera rechazo e irá generando más, especialmente entre los alumnos, que son los más sometidos a la presión. No hay que olvidar que España dejó de ser en la práctica un país eminentemente católico después de los cuarenta años de nacionalcatolicismo obligatorio.

El problema de fondo radica en la concepción de la enseñanza. En Cataluña al menos, desde hace años, la escuela es concebida como una herramienta de ingeniería social, en la estela de la escuela pedagógica de Rosa Sensat. Mediante la escuela, más que transmitir enseñanzas, se pretende conformar a los alumnos conforme a un determinado sistema de valores sociales y culturales. Los pedagogos insertos en la burocracia se consideran desde luego mucho más capacitados que los padres para decidir qué educación corresponde a nuestros hijos. Se pretende en suma dar lugar a una sociedad distinta de la que hay desde la administración, lo que en el fondo se parece mucho a lo que pretenden hacer en Corea del Norte, aunque con otra intensidad. No hay que olvidar que Marta Mata, inspiradora en buena medida de la Logse, era catalana.

En muchos lugares los padres tienen más margen de maniobra. Se les da un cheque, por ejemplo, para que elijan la escuela que prefieran. También los colegios tienen mayor autonomía para elegir contenidos, sistemas pedagógicos o valores filosóficos. La aspiración de muchos aquí, en cambio, es que todos vayamos cortados por el mismo rasero, como en Pyongyang.

Repasando mi actitud vital en la adolescencia (y creo no ser el único), estoy convencido de que haberme tratado de imponer una lengua en detrimento de otra de forma coactiva (por ejemplo, mediante las notas) me hubiera generado un rechazo tal de no volver a proferir voluntariamente en ella palabra alguna; al igual que de haberme dado la brasa con la ecología y la paz como hacen ahora en los colegios, sería el ser más tóxico y belicoso del planeta.

Las escuelas, en un país civilizado, no son laboratorios de ingeniería social, sino centros de transmisión de conocimientos en un contexto, si se quiere, de determinados valores. Los conocimientos han ido muy a menos en los últimos años, hasta situarnos a la altura de Suriname o de Malawi en las investigaciones internacionales; y paralelamente han ido cobrando cuerpo los contenidos transversales, la educación en valores (en sus valores), las reglas de buen ciudadano (del buen gallego, del buen sostenible, del buen pacifista) y, en definitiva, aquellos aspectos de la formación de la persona que antes eran indisolubles de la patria potestad.

Existe una interesante teoría antropológica que afirma que, al contrario de lo que comúnmente se piensa, las capacidades intelectivas del ser humano han ido menguando, y no aumentado, a lo largo de la evolución de la especie. Es decir: el hombre de Cromagnon habría sido más inteligente que el hombre actual. Se explica ese fenómeno aparentemente paradójico y contradictorio con nuestra experiencia por el hecho de que el hombre de las cavernas tenía que adaptarse a un territorio virgen y extremadamente hostil (la naturaleza es extremadamente hostil hasta que se la domina) y para ello necesitaba una mente preclara. Los seres humanos posteriores, al haber podido aprovechar aquello que ya habían edificado los anteriores (carreteras, puentes, armas, inventos varios) no han necesitado tanta inteligencia para sobrevivir, y así sus capacidades cerebrales han ido empequeñeciéndose hasta el resultado actual. La tecnología y el gregarismo irían sustituyendo a la inteligencia y al individuo.

Todo parece indicar que la pedagogía contemporánea asume los postulados de esa teoría antropológica.

Yo casi también, pero como Montilla, si pudiera, llevaría mi hija al colegio alemán. No vaya a ser que la teoría esté equivocada.

27.2.08

Pues sí, un tal Jesús Sánchez, feliz propietario de un estudio, este mes acapara el diseño de más de la mitad de los sellos emitidos. El mes pasado coló dos sellos dedicados a la metereología y a la medicina. Este mes cuela tres, lo que es muy meritorio y sin duda despertará envidias entre otros aspirantes a diseñadores.

¿Qué podemos decir de los diseños de Don Jesús? No son feos, desde luego. No juega la baza del feísmo. Jesusín va más allá: Jesusín busca la inanidad químicamente pura, el nirvana mental, una ataraxia completa. Para el amigo Sánchez la belleza es la muerte cerebral.

De un lado, las conmemoraciones elegidas no conmemoran nada. A lo sumo, la existencia de la medicina o de la meteorología, cosa por todos sabida. De otro, a sus no-temas Jesús Sánchez suma su completa incapacidad para el diseño. La nulidad tipográfica, la perspectiva insectofílica y el desdén por cualquier idea son sus blasones inconfudibles. ¿Cómo no reconocer un sello producto de su anomia? En estos tiempos de nihilismo banal, la carrera que se abre para el autor no conoce meta ni límite. Se le augura un gran futuro.

De todos los sellos que lleva depuestos este año, a mí el que más representativo me parece, en su orgullosa poquedad, es el dedicado a la violencia sobre la mujer. Ahí el señor Sánchez lo borda, se supera a sí mismo. Es una oda a la tomadura de pelo con forma de signo de franqueo. Veámoslo:



Ante todo se aprecia el mínimo esfuerzo dedicado a trabajar sobre el asunto. Jesús se baja una mano de internet, la pega y ya tiene un sello. Una mano fea, de muñeca atrófica, de falangista exaltado. Es un bofetón para la vista. Con eso ya ha conseguido el primer efecto: Rechazo hacia el sello y su mensaje. El espectador se disocia del contenido, le avergüenza verse identificado con él, niega ser coleccionista: se produce una inmediata aversión. Si la supera (y pocos lo lograrán), entonces recae su atención sobre el texto.

El texto merece comentario aparte. El texto, en efecto, es un compendio de los males que afectan a la lengua española y, por ende, a la sociedad española. La sintaxis, la ortografía y la gramática de la antigua lengua castellana se disuelven en un magma postburocrático, desalmado y átono. Las palabras y frases no resuenan en nuestros oídos. No es, en puridad, español lo que leemos. Es el idiolecto de Jesús, sus amigos del Ente y otros sibaritas de la vida.

Para empezar, Jesús Sánchez pasa a llamarse Jesus Sanchez, como un alumno de la Logse. El acento en las mayúsculas le parece reaccionario, a él, que es tan frívolo en su pantano de vacío. El régimen de mayúsculas y minúsculas también es rechazado, quizá por carpetovetónico. Hundidos esos dos baluartes formales, ortográficos, Jesús entra a saco en la sintaxis y excreta la frase: "si sabes de malos tratos, no lo consientas, llama al 016". Pero, ¿qué frase es ésta? ¿Qué es lo que no hay que consentir? Ese "lo", ¿a dónde nos remite? ¿Qué grado de elisión tiene esta frase? Los más oscuros fragmentos presocráticos son diáfanos en comparación con el lenguaje jesusiano.

"Lo" es un pronombre personal de acusativo singular masculino. ¿Dónde está el singular? ¿Dónde el nombre aludido? Ese "lo" se pierde en la inmensidad del blanco telón de fondo, de la huera inexistencia. Se podría entender, pese a lo lamentable en términos de estilo, que hubiera escrito: "si sabes de maltrato, no lo consientas, etc."; o bien: "si sabes de malos tratos, no los consientas, etc." Pero planteado en los términos aprobados por el Ministerio y sancionados por el BOE, el "lo" queda indeterminado, desencajado del resto de la frase, referido a otro asunto o, más precisamente, en el discurso del artista, sin referencia alguna, una mera presencia lingüística en estado mineral.

Como colofón de su poesía, Chus Sánchez da carta de naturaleza filatélica a la expresión "violencia de género", cuya evidente y comentada incorrección hace ocioso cualquier otro comentario. El mensaje es de un compás muy cerrado, limitado, conforme al lenguaje políticamente correcto, a la violencia derivada del machismo. Es de nuevo una opción vencedora, por la que optan Chus y sus poderdantes sobre quienes, también nuevamente, redoblamos nuestros más prósperos augurios.

Este Velázquez renacido da el toque final a su obra mediante una combinación cromática contraria a la naturaleza. Lógico, desde el momento que la finalidad de su arte no es la imitación de ésta, como era en los antiguos, sino su negación. El color carne, el fucsia y el azul por defecto no guardan relación ni compostura alguna. Son espacios separados, un "lo" visual junto a otro, sin nada que decir.

Terminemos: Jesús Sánchez tiene una carrera prometedora por delante. Ya copa la mitad de las emisiones del año. La simplicidad de sus medios y su total ausencia de necesidad de transmitir mensaje alguno hacen presagiar lo mejor. Andorra, Guinea Ecuatorial, y otros prestigiosos emisores sin duda contarán con él. Su obra está horra de significado. Él no dice nada, no realiza esfuerzo alguno. Excele como ningún otro.

Nos atrevemos a sugerirle una idea, una línea de trabajo: Una hoja bloque toda blanca. El sello, de la misma monocromía. En una esquina el valor facial: 2,44 €, por ejemplo. En verde claro pero visible. En el centro, pero mal centrado, en amarillo, en la tipografía que prefiera, sola y refulgente como una aparición divina, la palabra mántrica, la letanía de los ignavos: "lo".

24.9.07

Montornés del Vallés

Montornés del Vallés, descubrimiento del fin de semana. Y no es que viniéramos de Sigüenza o de Pfaueninseln, no. Veníamos de Martorelles, vía el parque de la cordillera litoral. Y a pesar de eso no pudo dejar de sorprendernos.

Ya desde un altozano divisamos una extensión amorfa, retrepada sobre la ladera, en la que se apiñaban hormigueantes casas de viviendas edificadas sin ton ni son, pero siempre manteniendo la angostura entre los bloques, sin un aire, sin una concesión al verdor ni a la vida humana. De telón de fondo, una zona industrial caduca y el barrio del Polígono, que no es sino una destilación del conjunto de la villa. Un primer atisbo que, debido a las limitaciones de la imaginación, se vio superado por la realidad al contemplarla desde sus entrañas.

Montornés es un típico ejemplo de bidonville institucionalizado. Al descender hacia él constatamos que en su arquitectura pugnaban los dos órdenes predominantes en el Vallés: la horripilancia tardofranquista y la excrecencia de progreso. De un lado, tétricas viviendas en las que la vida era dura cuando se erigieron y donde hoy, después de treinta años de abandono e incuria, la vida es simplemente una quimera; de otro, nuevas urbanizaciones ubicables en el extrarradio de Nairobi o de Newark: edificios orientados a la umbría, paredes de tente mientras cobro y desoladas zonas comunales invadidas por el cesped ralo, la piscina orinal y el seto moribundo.

Se llega a estos predios, viniendo desde el parque, a través de un vertedero incontrolado en el que la progresiva densificación de la basura indica al caminante el camino más corto, el atajo, hacia el lugar donde ésta se produce. Tras algunas lazadas entre los plásticos y los escombros se alcanza la primera calle del pueblo: el Camino Viejo de Martorelles. En el nuevo barrio promovido por el Municipio se observan muchos pisos en venta, dándose amena sombra unos a otros en el silencio de las calles desoladas. Avanzando un poco más se llega a un plano inclinado, impracticable, tachonado de arbustos y sotobosque sin bosque, ideales para el cobijo de las ratas. Una escuálida zona de juegos infantiles, cuyo derredor ha sido desprovisto de cualquier árbol que pudiera atemperar los pueriles sofocos constituye su zona más habitable, si bien ningún niño parece arriesgarse a la mordedura de los roedores o a la quemazón del astro rey. Ese lugar inhóspito, donde el desnivel dificulta la edificación, es, al parecer, la única zona verde del pueblo.

Más allá da el viandante con la calle de Euskadi: una glosa al pie de la placa municipal explica que se trata de un "país del extremo sudoccidental de Europa", impagable prodigio de entrada enciclopédica inútil ante cuya visión se intuyen las horas dedicadas a resolver los quebraderos del nomenclátor por parte de los ediles. A partir de vía de tan reseñable bautismo Montornés adopta el aspecto, tan común a nuestros pueblos y ciudades, de compendio de arquitectura demente: casas a distintos niveles, de fachadas ennegrecidas ornadas con baldosines o sus huecos, ladrillo de obra vista barato, churretones de humedad y toldos cenicero, salpicadas irregularmente con balcones milimétricos y zaguanes pretos; confrontadas unas con otras sobre calles bien polutas por las que circula, a estertores, un tráfico posible en El Cairo. Rugidos, golpes, música ambiental: un concierto de malsones que debe culminar, a altas horas, con la traca de los camiones de la basura.

La huida de Montornés se verifica a través de la estación de ferrocarril de Montmeló, ciudad hermanada a todos los efectos con la primera. Para llegar hasta ella es necesario coger el coche de línea que explota la benemérita empresa Sagalés, una de las lacras del país. La central de autobuses consiste en una marquesina de ladrillo y hormigón, levantada en la década de los 50, completamente recubierta de grafitti y abierta al menos a tres vientos. Un banquillo de madera resquebrajada invita a esperar en pie la llegada del coche de línea. El foráneo, o simplemente el no iniciado, no tiene por supuesto modo de saber a qué hora se espera su arribo. Sólo un retazo de horario que se conserva adherido a la mugrienta papelera (metalepsis de la opinión que al transportista le merecen los viajeros) permite adquirir certeza sobre las frecuencias de paso a última hora del día. Es una parada que tiene sabor de autoconstrucción y biscúter, de mucho polvo en el camino, poca cecina entre las rebanadas y un pertinaz retraso.

Al fin viene y el viajero se va, entre desmontes, canteras y descampados, escuchando cadena Dial. Lleva adherida al alma, por siempre jamás, un nuevo ejemplo de la árida explotación de la ignorancia humana.

25.5.07

Dum tu forsitan inquietus erras, clamosa, Iuvenalis, in Subura

Todo parece indicar que las próximas elecciones municipales no servirán sino para zahondar un poco más en el descrédito de los políticos, de las instituciones y del país en general: así, hasta que venga un coronel Papadopoulos o un archimandrita Makarios, pantagruélico y localista, que ponga orden a base de hostias o sables, y la constitución del 78 pase a ser denominada, en los manuales de historia política ibérica, la "enésima".

Al abajo suscripto estos comicios municipales le verán, como ya le vieron los anteriores, lejos de la urna: Para ser exactos, en la antigua Dertosa, donde nunca ni estuvo ni le corresponde sufragio. Pero, hombre, dijo el buenista, si Vd no vota, luego no se queje, la democracia es participación, etc. A otro perro con ese hueso.

Tras casi cuatro lustros de democracia municipal, los Ayuntamientos están completamente agotados: moral, ideológica y políticamente. Veamos el caso de Barcelona.

Barcelona no es ya Barcelona. Desde el punto de vista de su población, la ciudad condal es hoy una ciudad del Lejano Oeste, una playa a la que van viniendo a parar los restos de los más variopintos naufragios: el hundimiento de la Cataluña pairal, el colapso de la España agrícola, el embozamiento del altiplano andino, el desballestamiento de la morería, la ruina del socialismo real. Los únicos que han desembarcado pujantes, desde Casa Antúnez al Campo de la Bota, son los chinos: aprovechando el desconocimiento de la lengua y las costumbres, y amparados en su completa falta de asimilación, prosperan como peces en el agua del río Amarillo; a sus ojos la fealdad, el hormiguismo, el anorreamiento colectivo son caladeros perhinchidos de devoradores de empanadillas won-ton, las de podrido relleno y mórbida textura.

El entorno también ha desaparecido. Barcelona era una ciudad costera que presidía un ameno llano, cultivado o baldío, que resiguiendo un suave plano inclinado descendía desde la sierra, verdadero limes del entrotierra urbano, y se abría a ambos lados merced al depósito constante de sus dos ríos mediatos. Los dos deltas, el llobregatense y el besónico, conferían a la ciudad el usufructo de una amplia y mitológica costa bajo la atalaya del fortín de Montjuich. Hoy el entrotierra ha sido engullido sin dejar ni un vestigio, ni un matorral, ni un arroyo, bajo uno de los ensanches urbanos más deprimentes que quepa concebir, sólo superado por la obsesiva y enervante rectilínea disposición del Ensanche propiamente dicho: corsé de horripilancia que ha embrutecido la relación de los habitantes con su ciudad y, a la postre, ha acabado con ambos.
Los dos cauces de aguas fecales que antaño fueron los ríos son, por mucho que se pretenda disimular, dos alcantarillas a cielo abierto y, de darse el observador al antropomorfismo, no puede dejar de sentir una honda compasión por los potamói de que son trasunto. De los deltas, el uno ha ejercido una inefable vis atractiva sobre cuanto foco de ponzoña se ha erigido para gestionar las deposiciones de las hormigas, hasta el punto de que sólo avezados geógrafos pueden identificarlo con el accidente geográfico de que es consecuencia; el otro aún puede verse agonizar bajo una maraña de eruptos arquitectónicos, sin que nadie salga en defensa del equivalente local a la huerta valenciana, al agro romano o la campiña londinense.

Habrá quien sitúe una cierta continuidad histórica, un pathos barcelonés, en sus calles, en su cacareada e inencontrable belleza modernista, en sus plátanos bordes, supuestamente nemorosos y en realidad tísicos. Nada de todo eso es cierto, a salvo espejismos provocados por la excesiva exposición a la propaganda del régimen. Las calles de Barcelona son, en realidad, meandros de autopistas. Y no hay nada más que añadir.

Retomando la perspectiva política de la cuestión, no se puede sino concluir que el Ayuntamiento de Barcelona no es tal. Ni el término municipal tiene nada que ver con el sobrehaz urbano y vital, ni las tareas que realizan los ediles tienen demasiada relación con lo que un contribuyente esperaría de su consistorio. La administración local, como es notorio, constituye en toda España un foco indisimulado de corrupción más o menos legalizada, de malversación y de amparo a los miembros menos dotados de las facciones güelfas o gibelinas que domeñan cada pueblo y cada ciudad. Para sustraer tan poco beatífica visión de los ojos de quienes sufragan la fiesta, los munícipes recurren a las técnicas más avanzadas--las clásicas--de adoctrinamiento colectivo. Por eso, Barcelona es hoy, y como fue pionera lo es desde hace años, un soporte publicitario para los mantras cada vez más simplones y zafios que repite la grey cada vez más alienada. ¿Adónde llegará el sadismo de los propagandistas? Una vez todos hemos podido leer, pendiente de infinitas banderolas en las interminables rectas del Ensanche, la misma letanía repetida ad náuseam "m'agrada viure a Barcelona, m'agrada viure a Barcelona, m'agrada viure a Barcelona..." y no hemos reaccionado deponiendo al alcalde y confinándolo a Can Cuyás perpetuamente, no podemos engañarnos y simular que no sabemos que la caída es sin red, y que mientras nos precipitamos en este abismo de Montesinos seremos observados, desde la distancia que ofrecen un billete de avión y diez galones de cerveza, por una legión de bárbaros anhelantes de revolcarse en su orín, de degradarnos con sus aquelarres de bajo coste y de expropiarnos lo poco que aún ha subsistido a la piqueta, a los arquitectos locales e internacionales, a la cartelería, a la caja vacía, a los pebeteros olímpicos, al martirologio ecologista y al culto a los padres de la patria. Así han sido enajenados de la ciudad todo el casco antiguo, el puerto, el paseo de Gracia, la villa homónima, los dos o tres museos que nos legaron los antiguos, las fiestas mayores, las celebraciones religiosas y las cuatro decenas de comercios que la burguesía logró elevar a un nivel paragonable al europeo y a la vida civilizada. Los últimos pilares de la historia de Barcelona tiemblan ante el avance de las tropas papanatistas: intuye la ciudadela de Montjuich su próximo travestimiento, ridículo hasta lo criminal, en museo de la tolerancia y la paz; prevé la Feria cuatro grandes sangrientas columnas que cuando nacieron hace ochenta años ya eran viejas y caducas; se atisba el general Prim reducido del rango ecuestre al del galpón municipal del extrarradio, como poco ha le sucediera al Duque de la Victoria; duélese el mercado del Borne, convertido en reliquia cuando aún vivía; tiembla el Hospital de la Santa Cruz y de San Pablo cuando oye que le quieren arrebatar los enfermos e incrustarle un incurable e infeccioso show-room modernista; muérese la ciudad, en suma, y de su putrefacción nace un nuevo ente, una máquina de exaccionar y de remover detritus, a mayor gloria de los cuestores.

Confinante al norte con Banlieu del Besós, al sur con Banlieu de Llobregat y tras la montaña con la conurbación de Ripollet-sur-Papiol, una urbe mira desnortada hacia el único punto libre que le ofrece el horizonte: el piélago que ha tratado como albañal. Y sobre la línea inerte de un horizonte anaranjado vislumbra la cabeceante arboladura de un navío que se aleja, portando consigo quizá a los últimos layetanos, ahora apátridas con patente de corso; centellea la lente de un catalejo cada vez más tenuemente, a medida que el bajel va doblando el espinazo del mundo,


y ve el capitán pirata,
cantando alegre en la popa,
Asia a un lado, al otro Europa,
y allá a su frente Estambul.

26.2.07

Mlle Royal, ça va sans dire

Dice Mlle Royal:

"Pour moi qui suis venue au socialisme par le féminisme et par la révolte contre la place subalterne assignée aux femmes, comment ne pas voir en ce jour un symbole, au lendemain de la manifestation des femmes contre toutes les violences qui leur sont faites ? Oui, j'ai pris l'engagement de faire en sorte que la lutte contre les violences faites aux femmes - un viol commis en France toutes les deux heures, une femme qui meurt sous les coups de son conjoint tous les trois jours - devienne une affaire d'État. Ce sera le premier texte dont le nouveau Parlement sera saisi".

Mlle Royal cree que ya es hora de que una mujer acceda a la presidencia de la república francesa.

Mucho más original sería que se presentará un ñandú a la presidencia, o un oso hormiguero. Eso seguro que nunca se había visto antes. Las mujeres en la política, además, generalmente han venido de mano de la derecha: la baronesa Thatcher, la canciller Merkel, la secretaria de estado Rice, la primera ministra Gandhi, la presidenta Barrios de Chamorro, etc. No sé de ningún país socialista de los de antes donde gobernara una mujer, u ostentara un cargo relevante.
Por otro lado, si tú, lectora, vives en Francia y gana mlle. Royal te aconsejo que compres un espray paralizante o un garrote. La ley de violencia de género (nombre penoso) de Zapatero ha causado, en el primer año de vigencia, un 20% más de asesinadas que antes de que existiera la ley. Si la de Royal tiene el mismo éxito, es de prever un aumento del riesgo para las mujeres en Francia. Ve con ojo.
Todo ello, es decir, las imbecilidades de mlle. Royal y de los líderes de la izquierda europea en general, proviene de un mismo origen, a saber: La izquierda se ha visto abocada a aceptar la economía de mercado y el sistema político liberal, porque sus alternativas, la economía socialista y la democracia popular, fracasaron estrepitósamente. Pero si a una opción política le quitas la economía y el sistema de gobierno, lo que le quedan son migajas, bagatelas y detalles sin importancia. El hondo vacío intelectual en que se mueven les conduce a abonarse a todos los -ismos que van apareciendo, para tratar de llenar la nada de la que parten. De ahí que la izquierda trate de apropiarse del feminismo, del animalismo, del ecologismo, de los homosexuales, del laicismo y de todas las ideas débiles que van apareciendo. La izquierda francesa, que tan fuerte apostó por el 68, por el maoísmo y por la revolución, es la que está exporta más conceptos absurdos y maniqueos al resto de Europa. En Cataluña, sin ir más lejos, cualquier sandez (los Quijotes, los SOS Racismo, etc) que venga de Francia es recibida con el alborozo que se dispensaría a un Mesías.
Pero todas esas ideas están completamente vacías de contenido, y sólo pueden proliferar y arraigar gracias al ínfimo nivel en que se ha situado la educación en estos países, merced sobre todo a las teorías pedagógicas de izquierdas, herederas del susodicho mayo del 68, que permiten que 20 años de sometimiento al sistema educativo estatal den como producto seres deformes mentalmente, estructuralmente incultos, inconscientemente politizados y con grandes problemas para salir del agujero mental en que les situaron sus profesores durante dos décadas de lavado de cerebro.
En España se ha llegado al extremo de convertir en polémico un anuncio de colonias, o de generar un debate nacional en torno a las restricciones al consumo de vino, o incluso de tratar de prohibir los anuncios de contactos o la prostitución misma. Son medidas que Dª Carmen Polo de Franco hubiera visto con buenos ojos, y que la derecha radical puritana norteamericana no se atrevería a plantear. Los gobiernos de la Internacional Progresista, para disimular su acatamiento completo de la economía y del sistema político capitalista, se han convertido, por un lado, en profesionales de la cortina de humo demagógica que oculte o disimule el erial de su ideario; y, por otro, en sus estructuras partidistas únicamente han progresado los más cínicos, los capaces de embaucar al pueblo llano sin remordimientos de conciencia y, en definitiva, los más ladrones y los más dispuestos a cualquier cosa con tal de mantener su poltrona, comer caliente y tirar de la visa pública.
La única excepción europea a este estado de cosas quizá sea la izquierda alemana (dejo de lado países pequeños o excepcionales, como Suiza), que al tener próximo el ejemplo de la RDA trató de crear un discurso socialdemócrata coherente, reconocidamente capitalista, y desacomplejadamente liberal. Caída la Alemania Oriental, la izquierda alemana comenzó a recorrer con Schroeder el camino de la verdad taimada y el pseudoperonismo, pero quien tuvo retuvo, y quién sabe si es la única esperanza para la izquierda en Europa. El laborismo británico, que nunca fue marxista ni colectivizador, ha seguido su propio derrotero, de conformidad con el habitual sui iuris inglés.
Donde la situación adquiere mayores tintes esperpénticos es, naturalmente, en el sur de Europa. La izquierda italiana está enzarzada en un galimatías demencial, en el que un minipartido devora al otro, y donde todos se ponen de acuerdo tan sólo en una cosa: en que no vuelva Berlusconi. La española, como es sabido, a cada dificultad saca a pasear el espantajo de la guerra civil, de las fosas, de la memoria histórica y de todo aquello que les permita no responder de lo que hacen obligando a la derecha a responder de lo que hicieron sus bisabuelos, incluyendo los propios de quienes hoy se proclaman de izquierdas. La izquierda catalana, en concreto, se mueve en el terreno del progresismo de tertulia de sobremesa, del enchufismo rampante y, lo que es más balcánico, del nacionalismo irredento. Y es que para la izquierda sureuropea, todo lo que pueda fastidiar a la derecha, a la iglesia o al ejército, que son su particular Belcebú, Satanás y Lucifer, es la fuente de inspiración de su programa político.

9.2.07

El Comando Dixan de Iniciativa

Joan Herrera, en el Congreso de los Diputados, pidió protección para uno de los imputados en la Operación Lago (llamada por él "Comando Dixan"). Dijo concretamente: "¿Tiene alguna relevancia para el Gobierno la campaña realizada desde Catalunya exigiendo que, haciendo uso de sus potestades para decidir "con criterios de oportunidad política", denegar la extradición de Mohamed Benaboura que tiene el apoyo de multitud de organizaciones políticas y sociales, de diez ayuntamientos y del Parlament de Catalunya?".

Joan Postigo i Garcia, ilustre diputado de ICV en el Parlamento catalán, promovió el 16 de diciembre de 2004 una proposición no de ley en la que afirmaba:
«L’hivern del 2003 les mobilitzacions més massives de la història recorrien els carrers de pobles i ciutats d’arreu del món per aturar la guerra contra el poble d’Iraq, i posaven contra les cordes els governs que donaven suport a l’atac. Bush provava de justificar la guerra amb unes armes de destrucció massiva que no han existit mai; Aznar, prenent exemple, va decidir provar de justificar el seu suport incondicional a la política de Bush trobant
terroristes islamistes amb armes químiques dins de l’Estat espanyol. Així va començar l’operació Estany,
el 24 de gener del 2003, amb una ràtzia de detencions que van suposar que setze persones entressin a presó
per ordre del jutge de l’Audiència Nacional, el senyor Ruiz Polanco.Les mateixes anàlisis de la policia espanyola van demostrar que el més perillós dels productes intervinguts,de les famoses armes químiques era detergent; per això ben aviat es va batejar el cas popularment com el de “l’escamot Dixan”, mentre tota l’esquerra parlamentària en ple flagel·lava l’expresident pel ridícul de l’operació. La pressió popular i la inconsistència més absoluta van fer que els setze companys sortissin de la presó, els setze gironins sortissin de la presó entre dos i tres mesos després; catorze d’ells el mateix dia en què començava l’atac a l’Iraq».

El 5 de mayo de 2004, Iniciativa per Catalunya hacía el siguiente manifiesto:
" Manifiestem [...] La nostra preocupació pel desenvolupament dels processos judicials seguits contra [els] ciutadans gironins acusats de ser membres d’una cèl·lula d’Al-Qaeda en l’anomenada Operació Estany, que des del primer dia es caracteritzà per la manca de ransparència i l’intent de manipulació de l’antic govern del PP.Per aquest motiu formulem petició expressa que tots els agents que hagin d’intervenir en els processos en tràmit actuïn amb la màxima celeritat en la resolució, ja que els antecedents del cas generen seriosos dubtes sobre la seva raonabilitat."

Los compañeros de En Joan, los que reciben multitud de apoyos de Iniciativa, los que son objeto de manifiestos de solidaridad, los encomiables gerundenses, han sido condenados a diez años de prisión por pertenencia a banda terrorista y a tres años más por falsificación de documentos.

¡Oh sublime solidaridad de Inciativa, que no olvida ni siquiera a quienes aspiran a volarnos por los aires! ¡Oh ecuanimidad de Herrera, el Gran Ciclista Humanitario, el Timonel del Manillar, el Adalid de los Salafitas Gerundenses, el Protector de los Irredentos Combatientes contra el Perverso Capitalismo! ¡Qué longitud de miras!

Con diputados como éstos, ¿quién necesita a Al-Qaeda?

18.1.07

La gran chupóptera Maiol comparece ante la prensa y dice: "Los niveles de mierda en el aire de Barcelona duplican los permitidos por la legislación" (vid: http://www.lavanguardia.es/gen/20070118/51301646433/noticias/el-aire-de-barcelona-duplica-los-niveles-de-contaminacion-que-fija-la-ue-imma-mayol-co2-union-europea-sant-gervasi-generalitat-ciutadella-eixample.html). Acto seguido, todos esperaríamos que diimitiera ante su fracaso en la preservación del aire condal. Pero no: Enquistada en su poltrona lechuguina, la infumable y odiosa Maiol no dimite: Dice que hay que hacer algo. Después de treinta años en el gobierno municipal, y mientras ella misma reconoce que emitimos más gases y sólidos que nunca, dice que ahora hay que hacer algo. Su desfachatez la lleva a camuflar su gestión calamitosa e incompetente diciendo que, por contra, y a pesar del aspecto de espantapájaros que tienen tanto ella como sus compañeras de partido, aumenta la diversidad de las aves. Se ve que los carroñeros ya se van acercando a Barcelona para aprovechar nuestros nitrogenados despojos.

Maiol, maja, sácate el disfraz de pelele y ve tú la primera a alimentar a los quebrantahuesos.